Cuando
el gran torero cordobés el “Guerra” se retiró allá por 1899, sentenció: “No me voy, me echan”. Y es que este
califa del toreo y fatal predicador que veía cómo tras unas desafortunadas
declaraciones en una mala tarde en Las Ventas los públicos se volvieron en su
contra, no se fue por gusto, sino por disgusto al saber que sobraba y sus
tardes de gloria quedaban lejos. Algo parecido le ha pasado a don Juan Carlos,
quien tras 39 años de reinado, ha hecho una profunda y categórica reflexión moral
al saberse sobrante en el Estado actual. No ha de extrañar esta entradilla (en
forma de paseíllo) a la hora de tratar la abdicación del monarca, pues sabido
es la afición de Su Majestad por la tauromaquia, heredada de su madre doña
Mercedes, a quien tantas tardes veíamos en el palco de la Maestranza sevillana.
Lo
cierto es que, para mí, el Rey de España siempre tuvo mucho de Don Tancredo,
una estatua que las ve venir y las ve ir, que no manda y que, aún así, ha
permanecido orgulloso y hierático sobre su pedestal. A buen seguro, a todos nos
hubiese gustado un don Juan Carlos que hubiese sido más notorio con los
problemas de España y que aquel “¡por qué no te callas!” a Chávez no hubiese
sido un hecho aislado, sino un golpe en la mesa de realísima autoridad.
Probablemente, el difícil toro con el que la monarquía lidiaba, lidia y temo
que lidiará, sea el hecho real de tener que contestar ante la sociedad para qué
sirve la monarquía en nuestros días. Justo es decir que, pese a los últimos escándalos
familiares que han reinado en la casa del Rey, don Juan Carlos ha sido un gran
diplomático, mejor que los propios presidentes del Gobierno que ha tenido
España, que ha traído no pocas empresas extranjeras para invertir aquí y que
fue pieza o estatua clave y necesaria en la Transición. La presencia de la
monarquía necesita ser menos simbólica y más práctica si quiere sobrevivir. Con
todo, don Juan Carlos ha hecho un gesto de valentía y vergüenza torera. Se va,
sí, pero se va porque sabe lo que hay y que las cornadas de la vida y la
familia ya no saturan igual a los 70 que a los 30. El Rey se ha cortado la
coleta, sí, pero se ha visto obligado a hacerlo. Pese a los sucesos de los
últimos años, pienso que el reinado de don Juan Carlos ha sido positivo. Ojalá
Felipe VI no sea un Don Tancredo atado de pies y manos y sea más partícipe en
los avatares que nos aguarden.
Publicado en Viva Jerez el 6 de junio de 2014
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