Partiendo
de la postura rotundísima de condena contra aquellos dos hermanos islamistas
que asesinaron vilmente en aquel atentado de Charlie Hebdo, no podemos ni
debemos estar ciegos ante esa otra arma camuflada en la democracia y la
libertad que utiliza dicha revista
satíricamente. El hombre es (o debe ser) aquel que tiene el sobrado raciocinio
para justificar la diferencia entre el bien y el mal. Me parece bochornosamente
absurdo el hecho real de que estos dibujantes de Charlie Hebdo, bajo la bandera
del humor satírico, provoquen y se mofen de todas las religiones habidas y por
haber a sabiendas del daño moral y ético que ocasionan a los creyentes de buena
fe. Y para los de mala fe, estas viñetas son provocaciones que sólo sirven para
incentivar su maldad. Es decir, no se me ocurriría a mí darle un mechero y un
bote de gasolina en medio de un bosque a alguien que sé que es un pirómano.
Tampoco se me ocurriría regalarle una botella del mejor whisky escocés a un
amigo que ha superado su alcoholismo, pues en ambos casos me convertiría más
bien en su enemigo. Es la moral y la psicología la que nos diferencia de los
animales y la barbarie. Si perdemos eso, o la mal utilizamos, perdemos el
derecho a ser. Ese “ser o no ser” que nos dijera Shakespeare, es la moral o la
inmoral, de la cual debemos beber o vomitar. Ni que decir tiene, por otro lado,
que se precisa de la total ayuda internacional, pues es un problema del mundo,
para atajar el crimen y el terror de los que se jacta el terrorismo islamista
para fundamentar su sinrazón, esa misma que amenaza con matar a dos japoneses
si su gobierno no paga lo que piden.
Ni
Alá ni su profeta Mahoma tienen nada que ver con el mal uso que los hombres les
den ni con las mentes enfermas y psicópatas que distorsionan la palabra escrita
y sagrada. Pero insisto, Charlie Hebdo, este semanario francés de izquierdas,
no se mofa y arremete de manera justa y razonable, pues utiliza y dispara con
personajes sagrados para millones de islámicos y cristianos. No creo que el uso
del dibujo y la viñeta sea una provocación menor que un “¡a ver si tienes
cojones, hijo de puta!”. Termino como empecé. Lamento los hechos y condeno
siempre la violencia, pero también a aquellos que incitan a ella por el solo
morbo de vender más ejemplares con carnaza satírica.
Publicado en Viva Jerez el viernes 23 de enero de 2015