Cuando mis pies pisaron
hace ya algunos años lo que era la plaza de toros de las Arenas de Barcelona ya
tornada en espectacular centro comercial, no pude sino sentir un terrible
sentimiento de amargura bañada con aires de repulsiones ante aquella realidad
funesta. Y es que, para mí, los cosos taurinos son algo así como tierra
sagrada, desde luego no prometida, pero sí regada con esa arena o albero donde
se funde y se confunde la realidad y el sueño de una creación que en ocasiones
tiene mucho que ver con lo espiritual. No importa que hoy por hoy no queden
toreros con espíritu, lo cierto es que haberlos los hubo y dejaron para siempre
ese aire eterno de la bellísima tragedia artística.
Me vienen estas
cuestiones a la cabeza al comprobar que aquellas meras especulaciones hace un
tiempo sobre si la Monumental plaza de toros de Barcelona sería o no mezquita
van tomando real forma. Al parecer el emir de Qatar ha planificado una titánica
obra para convertir esta histórica plaza de toros en una gigantesca mezquita,
la tercera más grande del mundo, con capacidad para 40000 personas para una
sala de oración y así mismo albergar restaurantes musulmanes y centros de
estudios del Corán. Las cifras que se barajan para tal fin son astronómicas, aunque cierto es que el propio alcalde
barcelonés y el propio empresario de la plaza han manifestado desconocer tal
proyecto hasta la fecha.
Inagurada en 1914 con el
nombre de "Sport" y reinaugurada en 1916 con el nombre de "La
Monumental", esta preciosa criatura de estilo neo mudéjar y bizantino con
capacidad para más de 19000 personas fue escenario callado de los sueños de
Joselito el Gallo, auténtico impulsor de los cosos monumentales y quien
participó en cartel de la presentación. Cabe decir que el prestigio conseguido
por dicha plaza en la historia es sólo comparable y quizás superable por cosos
tales como Las Ventas y la Maestranza. Belmonte, Manolete, Domingo Ortega,
Chamaco y hasta llegar a José Tomás son sólo algunos de los toreros ídolos de
la afición catalana que sobre todo en los años 50 y 60 hicieron de este coso
centro neurálgico del toreo. No se explica cómo ni por qué hemos llegado a
tener que ver cómo estas plazas de toros se han visto víctimas de las empresas
tan mal llevadas por los vástagos de aquellos grandes impulsores como fue Don
Pedro Balañá y las políticas tan mal avenidas en las últimas décadas seducidas
por la hipocresía más antidemocrática, esos que hablan y aclaman la palabra
"Democracia" y se jartan de "Prohibir". Qué mal hemos
heredado la cultura de nuestros mayores... que patética realidad.
Publicado en Viva Jerez el viernes 27 de junio de 2014
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