Resulta irónico
comprobar cómo precisamente aquellos que persiguen, presumen y anhelan esa llamada
independencia, sean sin saberlo ellos mismos más castizos y españoles si cabe.
Me refiero a ese cortijo español a las lindes de Francia llamada Cataluña,
grandiosa y fértil tierra bañada por el mar, que durante la friolera de 23 años
ha sido gobernada por ese pequeño comandante llamado Jordi Puyol. Y es que
Cataluña ha sido sin saberlo el cortijo más arraigado a la España profunda de
tiempo atrás. Es decir, esas hectáreas de buena tierra donde el amo y señor de
hasta donde la vista alcance, dirige y presume mientras pasea con sus vástagos
y sus caprichos de niños pijos, y su amada esposa, que espera en el porche del
flamante caserío mientras piensa qué vestido ponerse, conjuntada con según qué
joya. Y claro está, como todo amo y señor, está fielmente acompañado por ese ejército
de lacayos, como lo fue Artur Mas, el cual ha declarado que Puyol fue su
maestro, ¡tiemble Cataluña! Y esa corte de señoritos que se apuntan a los whiskys
de turno y Saturno con tal de figurar entre las simpatías del señor, y quizás
con suerte, hasta pillar un trozo de pastel cada vez que se celebre un
cumpleaños en esas fiestecitas privadas que entre juegos de cartas y sobrecitos
por debajo de la mesa se comparten y reparten por doquier. Así, analizan y
debaten sobre cómo va la siembra, si la lechuga, la uva o el algodón ya no
rinden como antaño, y por qué no invitar a gobernantes, ya sea González, Aznar, Zapatero o Rajoy que inflamen un poco esa
subida para llevarse en vez de un 20 un 30 por ciento, y por qué no regalarle a
tal juez unas botellas de nuestros mejores vinos, y si no acepta nuestro
regalo, echarle un día los perros del caserío con sus afilados dientes y así,
tras el susto, verás cómo se bebe hasta la última gota. A todo esto, no debemos
olvidar la capital presencia en la sombra de la auténtica inteligencia del
imperio, esa Ferrusola, que ata y desata todo lo habido y por haber mientras va
a comprar pan por las mañanas. Como una ejemplar familia, ahí están sus
maravillosos hijos, criados entre criados, chupadores de la teta de la tierra
que papá siembra, y estudiosos estrategas de las tretas de papá y mamá, y esconder
los ahorrillos que papá nos regala por Navidad en el pozo del campo, así no se
entera Hacienda de los ahorros. Al fin y al cabo, a quién interesa si cobró 40
millones por la cara y de dónde proviene ese dinero.
Y es que... salvando
este ejercicio fantasioso sátiro y mental que acaban de leer, se darán cuenta de
que Puyol y la Cataluña independiente que crearon ha sido un cortijo más, de
malas pulgas y de baja moral; poco que ver con los cortijos que habitan por
nuestra España, los cuales he conocido y me vanaglorio de decir que son en su
mayoría tierras limpias labradas con el sudor y las manos de ganaderos con buen
corazón.
Publicado en Viva Jerez el viernes 26 de septiembre de 2014