Cuando
sales de nuestra geografía y vuelves a Jerez, te das cuenta de la cruda
realidad: qué tristemente desperdiciada está la cultura de Jerez. No se puede
entender cómo otros pueblos viven de su idiosincrasia aprovechando el turismo cultural como medio
de vida y Jerez, cuna y crisol del flamenco, el vino, el caballo y hasta hace
no tanto también del toro, malvive en el paro sin sacar provecho del mayor
legado de nuestra historia… el arte. Nunca entendí, sin ir más lejos, ese
proyecto mastodóntico de la Ciudad del Flamenco, demasiado ambicioso y hoy
desierto abandonado en la plaza Belén. Y no lo entendí, pues creo que la
verdadera ciudad del flamenco ya está hecha. Es decir, son esos barrios de
Santiago y San Miguel las verdaderas ciudades del flamenco, donde residen las
arterias y pulmones del cante gitano. Intolerable esa dejadez y esa desidia que
los políticos han dedicado a estos barrios, tan cínicamente dejados de la mano,
cuando podrían ser sedes y centros de visitas turísticas guiadas, donde se
explicasen los artistas que allí nacieron y jugaron. ¿Cómo no poseen esas
calles de Santiago y San Miguel placas conmemorando que allí nacieron Marruro,
Manuel Torre, Agujetas Padre, Tío Borrico, Tía Anica, Manuel Morao, Moraíto,
Luis de la Pica, el Gloria, Mojama, Sernita, Moraíto, Moneo y José Mercé; por
no hablar de Rafael de Paula. ¿Cómo es que al Torta no le levantan un busto en
San Miguel? Qué mala suerte ha tenido Jerez con sus políticos. Los de antes ya
dejaron su legado, pero los de ahora aún están a tiempo de dar dignidad a los
ilustres hijos de Jerez. Y no sólo se trata de homenajear a sus artistas, sino
de embellecer y cuidar nuestro patrimonio para así crear un turismo que existe,
pero que elige otros rumbos que han potenciado mejor su cultura haciéndolas más atractivas y coherentes.
Cierto
es que Jerez no tiene esa Alhambra granadina, o esa Mezquita cordobesa, pero
posee por bandera el valor y el legado de unos artistas que por peso en el
flamenco superan con creces el valor de cualquier otro enclave de España.
¿Culpables? Los políticos que no han sabido difundir y fusionar el arte con el
turismo. Ese puente que salvaría algo la economía malherida que nos aflige,
Jerez no lo tiene. Sería de justicia y de deber moral apostar por lo nuestro
como vía de salvación para un turismo, pienso que demasiado enfocado y reducido
al vino. Son Santiago y San Miguel museos callejeros que aún Jerez no ve.
Enclave y baluartes de unas formas que ya no se ven.
Publicado en Viva Jerez el viernes 5 de septiembre de 2014
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