sábado, 21 de junio de 2014

La Palabra Quijotesca Del Rey




“No es un hombre más que otro si no hace más que otro”, fue la cita que del Quijote de Cervantes rescató el ahora Rey Felipe VI. Vuelve a ser nuestro Quijote y nuestro Miguel de Cervantes esa triste y valerosa figura que con más corazón que músculo alza su lanza para apelar a la unión y a la fe ante los demonios y molinos que alberga nuestra España.

Y es que la arenga del nuevo rey fue un cuidadoso tratado social, político y cultural, sí, pero no exenta de sentimiento y romanticismo. Hace falta esa cierta dosis de romanticismo para no decaer ante las no pocas miradas contrapuestas que lucían esos molinos separatistas que gritaban con sus silencios la apología de la no unión. Pero, claro está, que todo Quijote precisa de sus molinos y sus demonios, ¡como del propio Sancho!, fiel compañero de burlas y penurias, para atajar los agridulces avatares. Y como sabido es que un rey, hoy por hoy, no manda nada, vuelve a ser la palabra ese arma moral que se empuña con la fuerza de la voz y que se arroja ante la injusticia y la hipocresía. Y es que donde no hay palabra ni diálogo no hay nada, salvo un enjambre de triquiñuelas arañas que tejen en su silencio sus malas artes.

La palabra en voz de Felipe VI ha sido un halo de frescura y esperanza, custodiando la fiel historia y apelando una y otra vez por la cordialidad entre los mundos y sus gentes. No quiso olvidar los problemas que acucian en nuestra sociedad, donde sobre todo la falta de trabajo no deja vivir dignamente a tantísimas familias, y tampoco olvidó el terrorismo y su locura. Cabe esperar que esas palabras tan quijotescas y tan cervantinas no caigan en el saco roto de esos políticos obtusos, quienes como molinos sólo piensan en sus propios intereses. Pero tristemente sé que así será. Jamás habrá unión entre los políticos españoles. Hay demasiados paraísos fiscales que ensucian sus oídos y la honestidad es un don harto olvidado. Me quedo, más allá de monárquicos y republicanos, con la palabra de nuestro Cervantes y su escrito universal, con su tragedia, con su honor y con su eterno Quijote, primer y, si acaso, último español universal.

 

Publicado en Viva Jerez en 20 de junio de 2014


lunes, 9 de junio de 2014

El Rey Se Corta La Coleta




Cuando el gran torero cordobés el “Guerra” se retiró allá por 1899, sentenció: “No me voy, me echan”. Y es que este califa del toreo y fatal predicador que veía cómo tras unas desafortunadas declaraciones en una mala tarde en Las Ventas los públicos se volvieron en su contra, no se fue por gusto, sino por disgusto al saber que sobraba y sus tardes de gloria quedaban lejos. Algo parecido le ha pasado a don Juan Carlos, quien tras 39 años de reinado, ha hecho una profunda y categórica reflexión moral al saberse sobrante en el Estado actual. No ha de extrañar esta entradilla (en forma de paseíllo) a la hora de tratar la abdicación del monarca, pues sabido es la afición de Su Majestad por la tauromaquia, heredada de su madre doña Mercedes, a quien tantas tardes veíamos en el palco de la Maestranza sevillana.

Lo cierto es que, para mí, el Rey de España siempre tuvo mucho de Don Tancredo, una estatua que las ve venir y las ve ir, que no manda y que, aún así, ha permanecido orgulloso y hierático sobre su pedestal. A buen seguro, a todos nos hubiese gustado un don Juan Carlos que hubiese sido más notorio con los problemas de España y que aquel “¡por qué no te callas!” a Chávez no hubiese sido un hecho aislado, sino un golpe en la mesa de realísima autoridad. Probablemente, el difícil toro con el que la monarquía lidiaba, lidia y temo que lidiará, sea el hecho real de tener que contestar ante la sociedad para qué sirve la monarquía en nuestros días. Justo es decir que, pese a los últimos escándalos familiares que han reinado en la casa del Rey, don Juan Carlos ha sido un gran diplomático, mejor que los propios presidentes del Gobierno que ha tenido España, que ha traído no pocas empresas extranjeras para invertir aquí y que fue pieza o estatua clave y necesaria en la Transición. La presencia de la monarquía necesita ser menos simbólica y más práctica si quiere sobrevivir. Con todo, don Juan Carlos ha hecho un gesto de valentía y vergüenza torera. Se va, sí, pero se va porque sabe lo que hay y que las cornadas de la vida y la familia ya no saturan igual a los 70 que a los 30. El Rey se ha cortado la coleta, sí, pero se ha visto obligado a hacerlo. Pese a los sucesos de los últimos años, pienso que el reinado de don Juan Carlos ha sido positivo. Ojalá Felipe VI no sea un Don Tancredo atado de pies y manos y sea más partícipe en los avatares que nos aguarden.
Publicado en Viva Jerez el 6 de junio de 2014