sábado, 27 de septiembre de 2014

El Cortijo De Pujol



Resulta irónico comprobar cómo precisamente aquellos que persiguen, presumen y anhelan esa llamada independencia, sean sin saberlo ellos mismos más castizos y españoles si cabe. Me refiero a ese cortijo español a las lindes de Francia llamada Cataluña, grandiosa y fértil tierra bañada por el mar, que durante la friolera de 23 años ha sido gobernada por ese pequeño comandante llamado Jordi Puyol. Y es que Cataluña ha sido sin saberlo el cortijo más arraigado a la España profunda de tiempo atrás. Es decir, esas hectáreas de buena tierra donde el amo y señor de hasta donde la vista alcance, dirige y presume mientras pasea con sus vástagos y sus caprichos de niños pijos, y su amada esposa, que espera en el porche del flamante caserío mientras piensa qué vestido ponerse, conjuntada con según qué joya. Y claro está, como todo amo y señor, está fielmente acompañado por ese ejército de lacayos, como lo fue Artur Mas, el cual ha declarado que Puyol fue su maestro, ¡tiemble Cataluña! Y esa corte de señoritos que se apuntan a los whiskys de turno y Saturno con tal de figurar entre las simpatías del señor, y quizás con suerte, hasta pillar un trozo de pastel cada vez que se celebre un cumpleaños en esas fiestecitas privadas que entre juegos de cartas y sobrecitos por debajo de la mesa se comparten y reparten por doquier. Así, analizan y debaten sobre cómo va la siembra, si la lechuga, la uva o el algodón ya no rinden como antaño, y por qué no invitar a gobernantes, ya sea González, Aznar, Zapatero o Rajoy que inflamen un poco esa subida para llevarse en vez de un 20 un 30 por ciento, y por qué no regalarle a tal juez unas botellas de nuestros mejores vinos, y si no acepta nuestro regalo, echarle un día los perros del caserío con sus afilados dientes y así, tras el susto, verás cómo se bebe hasta la última gota. A todo esto, no debemos olvidar la capital presencia en la sombra de la auténtica inteligencia del imperio, esa Ferrusola, que ata y desata todo lo habido y por haber mientras va a comprar pan por las mañanas. Como una ejemplar familia, ahí están sus maravillosos hijos, criados entre criados, chupadores de la teta de la tierra que papá siembra, y estudiosos estrategas de las tretas de papá y mamá, y esconder los ahorrillos que papá nos regala por Navidad en el pozo del campo, así no se entera Hacienda de los ahorros. Al fin y al cabo, a quién interesa si cobró 40 millones por la cara y de dónde proviene ese dinero.

Y es que... salvando este ejercicio fantasioso sátiro y mental que acaban de leer, se darán cuenta de que Puyol y la Cataluña independiente que crearon ha sido un cortijo más, de malas pulgas y de baja moral; poco que ver con los cortijos que habitan por nuestra España, los cuales he conocido y me vanaglorio de decir que son en su mayoría tierras limpias labradas con el sudor y las manos de ganaderos con buen corazón.
Publicado en Viva Jerez el viernes 26 de septiembre de 2014

sábado, 20 de septiembre de 2014

Sobre El Toro De La Vega




Cierto es que el famoso y polémico toro de la Vega data de tiempos inmemoriales. Existe una asolerada raigambre en dicho torneo, el cual algunos escritos pueden llevarnos allá por 1534, donde según las normas se suelta un hermoso toro de entre 4 y 7 años, de 500 a 600 kilos y con sus defensas sin despuntar, al cual hará frente un lanceador, bien a pie o a caballo, para lancear al morlaco con la misión de procurarle una muerte rápida y nunca con la intención de herirle gratuitamente para mermar sus fuerzas. Cabe reseñar que dicho acto sólo se realizará a campo abierto, y que si el toro rebasara ciertos límites (cosa harto improbable), se le perdonará la vida. Sabido es, por otra parte, que tanto en Castilla como en casi todo el orbe español, las fiestas del pueblo se engalanaban con la presencia del toro, ya sea despeñándolo, embolándolo, corriéndolo o lidiándolo, desde la Edad Media hasta nuestros días, sobre todo por los nobles e incluso reyes que festejaban sus ceremonias con dichos aconteceres donde el pueblo podía participar.

Dicho esto, y dejando claro que soy un defensor a ultranza de nuestras costumbres, he de manifestar mi total repulsa ante el torneo del toro de la Vega en Tordesillas. No hay nada de digno, ni de noble, ni de artístico en una cierta tradición cuyo único mérito o desmérito es precisamente no haber evolucionado en nada. Yo entiendo que esto sí ocurriese en ciertos siglos pasados, pues todo origen primitivo va acompañado de defectos o errores de los cuales se ha de aprender en aras de su realización más justa y brillante. No existe, hoy por hoy, nada de justo y brillante en masacrar al que al menos para mí es el animal más fascinante y enigmático del mundo, en una pelea injusta a todas luces, donde es materialmente imposible dar margen de lucha honorable a un solo toro entre cientos de caballos con sus respectivos lanceros y cientos de hombres a pie lanceando a un toro que ni sabe ni puede defenderse ante tan descomunal desventaja. Mucha similitud la encontramos en los espectáculos de las antiguas Grecia y Roma, donde incluso allí, la lucha era más de igual a igual, es decir, dándole más ventajas a la fiera, lo cual lo hacía más digno y valeroso. Ni siquiera entraré en debatir con aquellos que buscan a través de la ignorancia y el cinismo similitudes con la tauromaquia, pues no caben comparaciones, salvo una cierta raíz de la cual la tauromaquia supo y quiso aprender y evolucionar, y de la cual el toro de la Vega en Tordesillas ni quiso ni supo evolucionar. Y es que toda tradición puede y debe tener su evolución sin la necesidad de perder sus raíces. Todo depende de la moral.
Publicado en Viva Jerez el viernes 19 de septiembre de 2014

sábado, 13 de septiembre de 2014

El Torta, Duende O Desvarío




Como una hoja seca que se sale del remolino, como un caballo que desbocao se sale de la manada, como una flor que nace en las arenas de Zahara. Todo tu cante como vida, Juan Moneo Lara… ha sido un desafío divino a la propia muerte. Así escribí de él, cuando aún en vida, le dediqué un artículo titulado “Momentos del Torta”, cuando presentó su último disco, y cuando sentí en mis adentros la extraña querencia de describir al Torta como un Luzbel cantaor que desafiaba a la muerte porque sí. Y es que en ese misterioso “porque sí”, quién sabe si uno encuentra o desencuentra la única razón o locura de ser de su vida y de su arte. Porque su vida era el reflejo cristalino de su cante, un cante libre… ausente, arrebatador, emocionante y fiel a los colores oscuros de su noche. Y es que a los artistas como Juan no había que razonarlos, sino más allá… sentirlos. Sentir su conmoción, errante surcador de sus propias emociones. Pues Juan andaba por los ecos de su cante, y en él o sobre él, iba descubriendo e inventando unas nuevas formas que surgían casi espontáneamente, como un Luzbel sin alas que se arroja al profundo abismo de un pozo oscuro y sin fin, y del que beben y surgen miedos y alegrías, creando un sonido doloroso, angustioso… genialmente personal. Y conste que a mí el Torta ciertamente no me arrebataba en sus largos inicios, quizás pienso que demasiado influenciado por Camarón. Fue mucho después cuando se “descamaronó”, cuando comenzó a perderse y a encontrarse a sí mismo. Y es que el verdadero arte es aquel  que para encontrarse antes sabe perderse. Perderse de todo y de todos, para quedarse solo. Quedarse solo, como se quedaba Paula ante el toro, en esas bulerías que Juan inmortalizara, con esas letras arcangélicas de Rafael Lorente. Juan en el cante se quedaba solo, con esa soledad del genio y su desvarío, con esa soledad taciturna y desamparada, que es la soledad del todo y de la nada. De aquel que se sabe poseedor de un algo y que, a su vez… no sabe nada. ¿Qué se encontraba Juan en los adentros de su sentimiento? Si cantando parecía un banderillero herío en el costao al citar al toro de la muerte y ponerle un par al quiebro en todo lo alto. El Torta, cada vez que cantaba, comenzaba un viaje a sus adentros donde encontraba los ángeles y demonios que escondía su angustia.

Cante y desvarío

bulería o desafío

nervio, temple y el duende en suerte

 
Publicado en Viva Jerez el viernes 12 de septiembre de 2014 

lunes, 8 de septiembre de 2014

Esos Museos de Santiago Y San Miguel


 
Cuando sales de nuestra geografía y vuelves a Jerez, te das cuenta de la cruda realidad: qué tristemente desperdiciada está la cultura de Jerez. No se puede entender cómo otros pueblos viven de su idiosincrasia  aprovechando el turismo cultural como medio de vida y Jerez, cuna y crisol del flamenco, el vino, el caballo y hasta hace no tanto también del toro, malvive en el paro sin sacar provecho del mayor legado de nuestra historia… el arte. Nunca entendí, sin ir más lejos, ese proyecto mastodóntico de la Ciudad del Flamenco, demasiado ambicioso y hoy desierto abandonado en la plaza Belén. Y no lo entendí, pues creo que la verdadera ciudad del flamenco ya está hecha. Es decir, son esos barrios de Santiago y San Miguel las verdaderas ciudades del flamenco, donde residen las arterias y pulmones del cante gitano. Intolerable esa dejadez y esa desidia que los políticos han dedicado a estos barrios, tan cínicamente dejados de la mano, cuando podrían ser sedes y centros de visitas turísticas guiadas, donde se explicasen los artistas que allí nacieron y jugaron. ¿Cómo no poseen esas calles de Santiago y San Miguel placas conmemorando que allí nacieron Marruro, Manuel Torre, Agujetas Padre, Tío Borrico, Tía Anica, Manuel Morao, Moraíto, Luis de la Pica, el Gloria, Mojama, Sernita, Moraíto, Moneo y José Mercé; por no hablar de Rafael de Paula. ¿Cómo es que al Torta no le levantan un busto en San Miguel? Qué mala suerte ha tenido Jerez con sus políticos. Los de antes ya dejaron su legado, pero los de ahora aún están a tiempo de dar dignidad a los ilustres hijos de Jerez. Y no sólo se trata de homenajear a sus artistas, sino de embellecer y cuidar nuestro patrimonio para así crear un turismo que existe, pero que elige otros rumbos que han potenciado mejor su cultura  haciéndolas más atractivas y coherentes.

Cierto es que Jerez no tiene esa Alhambra granadina, o esa Mezquita cordobesa, pero posee por bandera el valor y el legado de unos artistas que por peso en el flamenco superan con creces el valor de cualquier otro enclave de España. ¿Culpables? Los políticos que no han sabido difundir y fusionar el arte con el turismo. Ese puente que salvaría algo la economía malherida que nos aflige, Jerez no lo tiene. Sería de justicia y de deber moral apostar por lo nuestro como vía de salvación para un turismo, pienso que demasiado enfocado y reducido al vino. Son Santiago y San Miguel museos callejeros que aún Jerez no ve. Enclave y baluartes de unas formas que ya no se ven.
 
Publicado en Viva Jerez el viernes 5 de septiembre de 2014