sábado, 4 de octubre de 2014

La Baja Moral Del Hombre



Grandes filósofos y pensadores han dedicado escrituras a analizar el comportamiento de los hombres, debatiendo sus luces y sombras en una encrucijada sin fin. Mucho me temo que en el principio y en el final de los días, el ser humano seguirá siendo el mismo, una pobre bestia que se corrompe fácilmente en aras de un beneficio propio y egoísta. El hombre sigue siendo el mismo que el de la época romana, el de la guerra nazi o el de la dictadura franquista. El afán de poder sublima y devora a las personas como un gusano que se adentra en la manzana divina hasta pudrirla. Dirán algunos que es más fácil ser escéptico y cuestionar la buena moral de los hombres que creer ciegamente en ellos. De hecho, siempre es grato releer a los místicos como San Juan, Santa Teresa o San Agustín para hallar un halo de luz y esperanza entre las tinieblas, pero esa luz esperanzadora tiene sus días contados cuando entiendes que en la vida existen dos clases de personas: los íntegros y los corrompidos. Son los corrompidos aquellos que buscan y encuentran un final glorioso desgraciadamente, dado sus artimañas y triquiñuelas bastardas. Seres de altos cargos políticos y empresarios que dada su escasez de moral, no les tiembla el pulso ni les muerde la conciencia a la hora de despreciar a aquellos honestos e íntegros. Seres de cloaca, impostores y usurpadores vanidosos, que sólo luchan por la potestad de ellos mismos y que no dudan en pisotear al más débil con tal de seguir con su ritmo de bienestar. Todas las ciudades del mundo tienen a un Puyol, a un Bárcenas o a un Julián Muñoz dispuestos a amasar fortunas y corromper las leyes a costa de sobrecitos, e incluso a un Mas dispuesto a independizar las tierras soberanas en nombre de la honorabilidad, cuando en realidad todos sabemos que se trata de egoísmo político. Y es que la inmoralidad sólo crea inmoralidad. Hoy día, si no eres hipócrita y falso, estás condenado a no entenderte con el mundo. Si no eres complaciente con la injusticia te tachan de anarquista inútil. Me pregunto en qué diablos se ha convertido el diablo, si los podemos ver con caras y nombres y no hacemos nada por justiciarlos. Si lo que parece ético y moral es desahuciar a miles de personas de sus casas, ésos que no tienen pan que llevarse a la boca por falta de trabajo, mientras esos diablos se pasean libres por sus caseríos o por las cárceles, porque son libres aún entre rejas, sin devolver un duro de lo que robaron. La lástima es que aquellos a los que llamo íntegros jamás llegarán a nada, porque los caminos para triunfar arriba están tan corruptamente prostituidos que no aceptan la verdad, con lo cual el mundo jamás tendrá arreglo. Yo creo en el hombre de abajo y enterrado, creo en el desahuciado y despreciado, creo en la voz del parado y el desamparado, y en aquellos que miran a la injusticia a los ojos para decirle: esto es mentira. Aunque decirlo sólo sirva para no dejar de creer en un futuro mejor.
 

Publicado en Viva Jerez el viernes 3 de octubre de 2014

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