sábado, 9 de enero de 2016

Lo Mejor Del Año Taurino



Viene siendo habitual en los corrillos taurinos por estas fechas echar la vista atrás y resumir lo mejor del año. El tiempo, sin embargo, es muy subjetivo, de hecho, si tomamos como reloj de referencia a todo aquello que por capricho o destino sigue siendo presente en tus pensamientos, no hay nada más actual o fresco que la pasión, el arte y su consiguiente enamoramiento. Por ello diré que las grandes sensaciones superan al tiempo y que éste inexorablemente se doblega ante él. No es pues de extrañar, que atendiendo a estas líneas discordantes, consonantes, geométricas y asimétricas del espíritu me atreva a decir que lo mejor del año sigue siendo el hecho real de saber que Joselito el Gallo debutó con tan sólo doce años en Jerez, aquel 19 de abril de 1908 (por cierto, a ver cuándo Jerez acredita tal hecho con un azulejo). El mismo novillero que se niega a torear en Madrid argumentando que aquellos bichos eran pequeños, exigiendo que le traigan un ganado con más trapío. Sigue siendo para mí lo mejor del año aquella respuesta que Juan Belmonte le cantara a Valle-Inclán, cuando el escritor le dijo aquello de “Juan, sólo te falta morir en la plaza”, y el torero le respondió: “Se hará lo que se puea”. A su vez, sigue siendo lo mejor del año aquel genial Rafael el Gallo dando aquellos muletazos por alto sentado en una silla de enea provocando el delirio en los tendidos, cuando en el toro anterior había pegado la espantá tirándose de cabeza al callejón porque el toro lo había mirado malamente.

Continua siendo lo mejor del año aquella sentencia de Joaquín Rodríguez, “Cagancho”, cuando dijo: “De Despeñaperros para abajo se torea, de Despeñaperros para arriba se trabaja”. En la misma tesitura me sigue pareciendo lo más destacado del año pasear por la mágica Ronda y respirar al filo del crepúsculo del tajo, aquella cultura cinematográfica, literaria y taurina que formaran y siguen formando Orson Welles, Ernest Hemingway y Cayetano, “el Niño de la Palma” y Antonio Ordóñez en torno a la Goyesca. Así mismo, me sigue pareciendo lo más profundo del año aquella media de Rafael de Paula en Aranjuez, vestido de nazareno y azabache, otorgándole a la tauromaquia la fusión de romanticismo eterno y trágico, fraguada en su cintura de ensueño. El mismo Paula que en Madrid brindara al Rey, no de Oriente, sino de España: “Majestad, le deseo toda la suerte para usted y para España, y ahora deséemela usted a mí, a ver qué hago yo con esto”. Dirán algunos que estoy loco por decir que son estos hechos lo mejor del año; argumento yo, que no sólo son estos sucesos, sino que de la mano de esos conspicuos del espíritu, obradores del milagro de parar el reloj del tiempo, son lo mejor del siglo, del pasado, del presente y mucho me temo que de  los venideros, al menos para aquellos que sepan de los milagros del sentimiento y sus proezas.

 

Publicado en Viva Jerez el viernes 8 de enero de 2016


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