miércoles, 9 de diciembre de 2015

La Escuela de Tauromaquia


 
Hace unos años, en plena corriente emergente antitaurina, fui a la placita de toros de Chapín. Había quedado una mañana con mi amigo Eugenio Cobos, quien me iba a facilitar unas fotos antiguas de Gallito y Belmonte, las cuales utilicé para mi libro “Entre Clamores y Espantás”. Allí estaban toreando de salón chavales de la Escuela Taurina de Jerez. Los observé en silencio, algunos con los trastos más grandes que ellos mismos, pero todos heridos por la pasión afanosa de torear sobre un albero y soñando con los pitones de un toro que embiste a sus vuelos. Supe inmediatamente que mientras exista esa llama de ilusión en este arte tan ingrato como romántico, seguirá existiendo la tauromaquia, por muchas triquiñuelas maliciosas que los ignorantes pretendan dictar con sus mojigangas.

Hace unos días se celebró el I Encuentro Cultural de antiguos alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Jerez. Merece la pena valorar y aplaudir la enorme labor, antes a corriente y ahora a contracorriente, que dicha escuela hace por la tauromaquia y por unos niños y ahora hombres que crecieron bajo la idiosincrasia del respeto, el valor y la lucha por una forma de vivir que es tan noble para el toreo como para la vida. Resulta encomiable la labor de los toreros y profesionales que inculcan este dulce veneno a los alumnos, ávidos de la luz de la torería, de ese ser o no ser toreros, esos que están y ya no están, como mi siempre recordado Copano, fiel banderillero de Paula, e igual que mi querido Cámara, a quien pude saludar en dicho acto, como a aquel Rafaeli rumboso, así como a Eduardo Ordóñez. Fueron las palabras de Antonio Lozano las que no sólo pusieron el toreo en su sitio, sino más aún reivindicaron que tanto el toreo como los toreros vuelvan a ser lo que siempre fueron ante la cultura y la sociedad, hoy enturbiada y perturbada por los que ni saben ni desean saber. Puso la poesía emocionante y emocionada mi primo Junquera, rememorando el duende arrebatador de Paula con aquel toro de Benavides en Madrid.

Grato, pues, este acto donde los aficionados confraternizaron en torno a lo que es nuestra cultura… los toros, al igual que el vino, el caballo y el flamenco. Mérito sin duda la de esta Escuela de Tauromaquia de Jerez, que ha dado no pocos toreros, hombres ante la vida, que saben ir por derecho ante el mundo. Recojan el guante estos políticos que miran para abajo y escupen para arriba. Y es que se ha de respetar no sólo lo que se entiende sino más aún aquello que no se entiende.

 

Publicado en Viva Jerez el viernes 4 de diciembre de 2015

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